Mi rellano
El buzón estaba roto,
roto como lo estaba el cristal de la puerta
forzada, ya abierta.
La luz titilaba
y salía humo gris de una entrada.
La alfombra estaba manchada
había sangre en mi rellano
del color del calor en verano.
Miré al techo y pude ver
los ojos burlescos de una mujer.
Me estremeció su sonrisa
torcida como la repisa.
Me quede congelada
y comprendí
que la sangre en el rellano
brotaba de mi.
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