25 de febrero de 2020
El destino me llama
a los posos del té
corriendo que voy
por el jengibre y laurel.
Sus hojas que caen
y al vuelo las cogen
sus plumas de cuervo
como el carbón de tus ojos negros.
Con la caída que te escribo en pluma
mi cara, una carta acongojada
despedidas de amor en poema.
Los cuervos que vuelan ya muertos,
el laurel del jengibre amaestrado.
Por las aguas turbias se abre paso,
aquel barco sobre mi vaso
paso a paso,
gota a gota
allí está la lechuza
que me mira con astucia.
Y tus aguas turbias que yo amaba,
las limpia como lejía embotellada
vivaz y armonioso
navega cazando estrellas
iluso y atontado
como mi pensamiento más preciado.
En mi recuerdo siempre estarás
mas mi adiós te voy a dar
por reemplazo del dolor
con su mirada llena de amor.
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